Justo H. Santiago  | Archivo
Justo H. Santiago | Archivo

Con cara de niño travieso y de complicidad, don Justo H. Santiago Echegaray, líder cooperativista, confiesa que solo ha sido socio de su cooperativa, que “nunca le ha pegado cuernitos” y comienza a reír. La alegría contagiosa de este señor, lleno de historia y  sabiduría, es gratificante.

Don Justo cuenta su recorrido histórico: “La Cooperativa de Ahorro y Crédito de Quebrada es de barrio, es de la comunidad”. Señala que la guió paso a paso, lágrima a lágrima y la llevó al éxito. Se siente satisfecho y orgulloso por su cooperativa.

En los comienzos, como socio de la cooperativa, todos sus hermanos fueron parte de la junta de directores. Con picardía don Justo relata que cuando se fue de luna de miel, su papá fue quien lo sustituyó en las labores de la cooperativa.

El líder cooperativista enfatiza que como la familia estaba integrada, nunca fue un obstáculo las horas que le dedicaban, al contrario fue una ayuda para los socios de la cooperativa.

Don Justo cuenta que los auditores nunca tuvieron señalamientos en sus finanzas. Sin embargo, comenzaron unas regulaciones que no permitían trabajar familiares en una misma institución. Para atender las normas, según finalizaban los términos en las posiciones que ocupaban no se presentaban a reelección. Muchos socios agradecen a toda su familia la forma en que les ayudaron en sus situaciones financieras y necesidades ya que nunca les fallaron.

Recuerda don Justo que en días recientes se encontró con un caballero que le dijo que el primer préstamo que hizo en la cooperativa fue para hacer su casa y que él le otorgó. “Ver rostros de felicidad, cubrir alguna necesidad a las personas, ayudarlos a levantarse ante una situación económica y ofrecer un buen servicio es lo que más satisface”, dice don Justo.

Sin embargo, reconoce que hay historias con otros matices. Esas anécdotas negativas, que como dice, “siempre las hay”.

Recuerda que, en una ocasión, un socio lo amenazó de muerte por un mal entendido.  “Esa experiencia fue lo que me llevó a reflexionar y ponderar que era momento de retirarme”, comenta.

No obstante, cuatro años después de la amenaza, el socio apareció para disculparse. “Un jueves Santo, ese hombre llega a mi casa y me pide perdón porque estaba incorrecto, estaba equivocado”, añadió.

A pesar de su retiro como administrador, continuó como socio de la cooperativa.  Unos años después, llamaron a don Justo para que regresara y formara parte de la junta de directores de su Cooperativa de Ahorro y Crédito de Quebrada y según indica, “regresé porque cuando amas algo y es parte de tu vida, tú das lo máximo”.

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