Con solo mencionar la palabra cooperativismo, sus ojos se iluminaron y una amplia sonrisa fue la protagonista en su rostro. Don Justo H. Santiago Echegaray, líder cooperativista y socio fundador de la Cooperativa de Ahorro y Crédito de Quebrada en Camuy, comparte sus vivencias desde sus inicios en el movimiento.
El cooperativismo comenzó en el poblado de Rochdale, Inglaterra, en el año 1844 cuando 27 hombres y una mujer formaron la primera cooperativa de consumo. Luego, surgió en Inglaterra un renacer económico y se crearon diferentes cooperativas en el mundo. Puerto Rico no fue la excepción.
En un atardecer caluroso y de cielos despejados, entran los rayos del sol a través de la ventana de la casa de don René Rosado. Allí, sentadas en la sala, se encuentran Milca y doña Carmen, ambas con una sonrisa nerviosa antes de romper el hielo para contar la vida de este padre y esposo vinculados al movimiento cooperativista, legado que su hija Milca ha heredado.
Sombras de la degradación financiera, más impuestos, bancos en degeneración crediticia, aumento en el costo de la electricidad, en el agua y el dinero no da, son temas recurrentes en la esfera pública y en las conversaciones de miles de puertorriqueños en estos meses.
Hace tres años culminaron sus labores en el servicio público y contaba con tiempo libre. Así comenzó con la búsqueda de un lugar donde él pudiera aportar y ayudar a la sociedad.
La necesidad de adquirir un trabajo y una primera experiencia laboral fue la chispa que lo encaminó, hace 29 años, al cooperativismo. Esa experiencia y aprendizaje, lo mantuvo hasta ocupar la posición de presidente ejecutivo.
“Mientras el gobierno es paternalista y hace a un pueblo casi esclavo, el cooperativismo satisface las necesidades sociales y económicas a un grupo de personas en común”, indica don Justo Santiago para explicar las diferencias en el manejo de los asuntos públicos que atiende el gobierno y las cooperativas.
“La herencia que corre por mi sangre es lo que me motivó a seguir en el cooperativismo. Desde pequeña, corría por los pasillos de la cooperativa”, así se expresa Ana M. Rodríguez, hija de Don Tito Rodríguez, sobre su relación con el cooperativismo.
Asociación autónoma, personas agrupadas de forma voluntaria, satisfacción de sus necesidades económicas, sociales, culturales y control democrático son los elementos de una cooperativa.
“El cooperativismo es un movimiento de rehabilitación”, indicó con firmeza Héctor “Tolo” Quiñones, confinado de la penitenciaría en Bayamón, uno de los fundadores y vicepresidente de la Cooperativa de Servicios Arigos, nombre derivado de las tribus indígenas Arcaicos, Igneris y Ostiones, asociación que ofrece talleres de artesanía a los confinados.